jueves, 4 de febrero de 2010

no quiero volar.

Enséñame a volar. Le digo en silencio.
Extiende su brazo y coge mi mano con suavidad.
Me mira, permitiéndome hundirme en sus ojos.
Pronto. Responde suspirando.
Quizá mañana.
Entonces comprendo lo que quiere decir.
E inocente le ato los pies a la Tierra. Aunque la cuerda es demasiado fina pienso, apenas esta hecha de ilusión.

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